
2)TIPOS DE PRUEBAS:
-Pruebas paleontológicas, al estudiar los fósiles se observar que los seres vivos que han habitado la Tierra han cambiado y que unas especies han sido sustituidas por otras. Es difícil encontrar una cadena de fósiles que explique perfectamente el proceso evolutivo que lleva hasta una determinada especie actual, pues el registro fósil no es perfecto. Un ejemplo clásico es el registro fósil del caballo, que permite seguir los cambios anatómicos sufridos desde un animal del tamaño de un perro con cuatro dedos en sus patas, hasta el actual, de gran estatura y con un solo dedo en cada pata. Otro ejemplo es el Archaeopteryx, un ave cuyas plumas son perfectamente visibles, pero con dientes en su pico y garras de reptil en sus alas.
-Pruebas moleculares, cuanto más parecidos son dos organismos, más coincidencias existen entre las moléculas que lo forman. Las moléculas que se suelen estudiar son las proteínas y el ADN. Basándose en ellas, se han podido confeccionar árboles filogenéticos entre especies. Estos árboles, en general, confirman las clasificaciones taxonómicas clásicas. En el caso de la especie humana, se ha comprobado que el animal con el que tenemos más coincidencias es el chimpancé. Esto no quiere decir que descendamos de este animal, sino que las personas y los chimpancés tenemos un antepasado común.
-Pruebas biológicas, hay numerosas pruebas de este tipo como la disposición y estructuras de los huesos y los órganos vestigiales. Los huesos de las extremidades del murciélago, la ballena y el ser humano son comparables, aunque las proporciones son distintas. Están formados por los mismos huesos, pero sus funciones son muy diferentes a su vez. Es inevitable pensar que se trata de adaptaciones de una única anatomía, la del antepasado común, a usos distintos.
Otra prueba son los órganos vestigiales, partes del cuerpo sin ninguna utilidad en la especie hoy en día, como nuestro apéndice y el coxis, un vestigio de un antepasado nuestro con rabo.
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